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El diario de la Garbo

Elena

Elena Pensé en besarla, pero no me atreví a hacerlo, pensé que si lo hacia, tal vez aquella escena perdería su encanto, tal vez al intentar tocar sus labios ella se esfumara como una ilusión ante mi. Traté, torpemente, de secar su frente con mi mano, igualmente mojada que el resto de nuestros cuerpos.

Me pareció ver que unas lagrimas brotaban e sus ojos al igual que de los míos, pero la lluvia confundía a las mismas y no me permitía saber con certeza si en verdad ambas llorábamos, deduje que así era por el sabor salado que se escurrió hasta mis labios

Unos estruendosos rayos interrumpieron aquel mágico momento

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